Ser radioaficionado/a en 2019: conversación, nostalgia y ganas de conquistar el mundo.

“Me gusta definir al radioaficionado como alguien que es capaz de comunicarse por sus propios medios con cualquier parte del mundo y, si me apuras, incluso fuera de él”. Pedro Fernández, presidente de la Unión de Radioaficionados Españoles (URE), no exagera. Si alguna noche nos da por mirar las estrellas y preguntarnos qué parte del mundo estarán mirando desde la Estación Espacial Internacional, jamás podríamos salir de dudas ni con WhatsApp ni con Telegram. Ni siquiera con Twitter. Si quisiéramos preguntar a los astronautas, tendríamos que echar mano de una emisora de radio.

Hay un eslogan no oficial que dice algo así como “Si todo falla: radioafición”. Sirve para recordar que cuando una catástrofe asola una zona y sus infraestructuras de comunicación quedan destruidas, es posible recuperar la comunicación gracias a las emisoras de radio y a los radioaficionados locales. Basta con un equipo de radio, una antena y una fuente de energía que alimente esta pequeña infraestructura.

Pero más allá de su uso en estos escenarios, el radioaficionado de hoy se acerca a esta actividad por diversión y, en menor medida, por cierta nostalgia. En España hay 31.839 autorizaciones administrativas para radioaficionados, algo menos de la mitad de las 58.906 que existían en 1998. La causa de esta caída está muy clara para las asociaciones: los radioaficionados van desapareciendo y no hay relevo generacional. A esta cifra hay que añadir unas 100.000 personas más que practican la radioafición pero a través de la llamada Banda Ciudadana, que limita las comunicaciones a una porción concreta del espectro radiofónico.

Leer artículo completo aquí

Tomado de: www.xataka.com

Webmaster – Cordiales 73!